martes, 4 de enero de 2011

Para que se prolonguen tus días sobre la tierra...

El poder destructivo del Cuarto Mandamiento
«Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12).

Nota publicada en el blog navegarsinnaufragar.blogspot.com - Aprender a navegar sin naufragar (Soy mujer y entiendo de ventoleras)

Es increíble como, sabiendo cuántas cosas buenas podríamos hacer por nosotros mismos, por la escuela, por la tierra que nos acoge... nos entretenemos en fabricar mandamientos y zarandajas que nos apartan de lo que realmente importa, que es vivir el momento, lo único que tenemos, lo mejor posible.

Es increíble también que haya estudios, planes, proyectos e inversiones para estudiar minuciosamente cuánto, cómo, dónde y a manos de quién murieron las x mujeres que mueren cada año a manos de sus parejas o ex-parejas (muertes relacionadas con la dimensión perversa del aguante que nos ocupa), y no se sepa a ciencia cierta cuántos bebés, niños o niñas mueren cada año a manos de sus padres, de sus madres. O cuántos quedan huérfanos debido a la violencia sufrida en su "hogar" y cuántos serán personas heridas y dispuestas a herir en su mundo de adultos. O cuántos, porqué no decirlo, en sus casas perfectas de matrimonios perfectos sufren la ausencia, la falta de atención, el hastío de su estructurada familia y el peso de las normas morales de sus padres, tengan razón o no. ¿Qué pasa con la infancia que no vende?

Hace meses que quiero escribir ésto pero, casualmente ha sido hoy, el 1 del 1 del 11, en pleno festejo navideño...

Alice Miller ya me abrió los ojos con respecto a algunas cosas cuando leí su libro El saber proscrito: la sabiduría infantil, reprimida por el mundo adulto y la culpa, sigue viva dentro de nosotros y siempre podremos recuperarla.

En El cuerpo nunca miente, Miller se pregunta porqué la gente, incluso los terapeutas, creen en el poder de los medicamentos y no en el de escuchar al propio cuerpo, que es el que sabe qué nos falta y lo que tuvimos que soportar.

La autora nos habla de la naturalidad con que se ve el maltrato infantil: pegar a niños y niñas es siempre un maltrato de consecuencias graves que pueden durar toda la vida; y no el único. El vínculo destructivo del niño maltratado con su verdugo y la moral que nos amenaza con una muerte temprana en caso de no amar a nuestros padres, son los dos pilares que sustentan el cuarto mandamiento, seguido a pies juntillas tanto por víctimas como por verdugos.

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