martes, 18 de enero de 2011

El “cliente” de trata para fines de explotación sexual.

El “cliente” de trata

Aunque ahora mismo, cuando se habla del “cliente” de trata para fines de explotación sexual, el término no llama la atención, las resistencias tanto en lo privado como en los ámbitos públicos de decisión para utilizarlo fueron muchas. Es que esa palabra delata la complicidad en la reducción a la esclavitud de mujeres y niñas de quien pone su dinero para servirse de ellas y ajustar así los límites de su falta de libertad. Eva Giberti, quien fuera relatora por Argentina para exponer sobre este tema en la OEA y directora del programa Las Víctimas contra las Violencias, da cuenta de cómo se llegó a un acuerdo internacional para dejar de lado los eufemismos.

Por Eva Giberti

“Convencidos de la necesidad de visualizar la acción negativa del denominado cliente o usuario de la trata con propósitos de explotación sexual”

46.”Promover acciones que contribuyan a visualizar la acción negativa del denominado cliente o usuario en tanto es quien alimenta el círculo de explotación sexual y tiene responsabilidad en la generación de la demanda de trata de personas para propósitos de explotación sexual”.

De las Conclusiones y Recomendaciones de la Segunda Reunión de Autoridades Nacionales en Materia de Trata de Personas 1/ Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) Comisión de Seguridad Hemisférica, 25 al 27 de marzo 2009

Buenos Aires, Argentina.

Ambos textos parecen razonables y no deberían sorprender. Sin embargo, la aparición de la palabra cliente en los considerandos de un documento internacional que se ocupa de trata de personas con fines de explotación sexual es el resultado de una antigua y ardua lucha iniciada por el feminismo hace décadas. Deberíamos hablar de violadores en tanto y cuanto sus víctimas son esclavas que solo pueden obedecer, pero los códigos penales opondrían duramente sus argumentos acerca de lo que la violación sea.

La palabra cliente avanza sobre la perversión deformante del lenguaje cuando para “prevenir” las acciones de estos sujetos los documentos internacionales escriben “desalentar la demanda”. La pretensión de enmascarar la complicidad del varón que paga su dinero para ejercer su poder dominante sobre los cuerpos de las mujeres víctimas resulta efectiva porque se ajusta al tradicional escamoteo de la responsabilidad masculina en los delitos contra la integridad sexual.

Cliente deriva del latín (clienstis) y quiere decir “protegido”,”persona defendida por el patrón”. El cliente, en la trata, sin duda está bajo la protección del patrón, es decir, del mafioso.

En cuanto a la palabra demanda, si exceptuamos los sentidos con los que el psicoanálisis y el derecho los aplican, nos encontramos con que, en su tercera acepción, puede corresponder a “busca”, asociada con la acción de buscar. Ya que demanda es un “vocablo casi desusado en el lenguaje corriente hablado, salvo en su frase ‘en demanda de’; se usa a veces en lenguaje escrito, especialmente comercial”.

Desalentar la demanda es menos explícito que desalentar la búsqueda (busca) de una mujer para satisfacer las necesidades del varón, porque al colocar una palabra cuyo uso no es habitual su protagonista queda a oscuras. La palabra cliente no deja espacio para la duda. En cambio “demanda” excluye la rápida comprensión e incorporación en el imaginario social y se logra que la población no entienda con claridad a quiénes hay que desalentar. Si esta expresión que ha sido inscripta matricialmente en los documentos internacionales se utilizara junto con la idea de cliente, resulta más clara.

La palabra cliente implica un tropezón en la lectura de los documentos, particularmente para los varones redactores habituales de los mismos.

Cliente tampoco sería la mención correcta, ya que el clientelismo no define el perfil del cómplice del delito. Pero en territorios de las luchas por los derechos de las mujeres, las tácticas y las estrategias recomiendan tomar el pulso de los tiempos que recorremos. Incorporar entre nosotros la palabra cliente tiene su historia.

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