La esposa del imprentero Héctor Coria (46), quien el martes asesinó a puñaladas a su hija Lara (20), había denunciado a su esposo en setiembre pasado por violencia familiar, pero las actuaciones tuvieron un final desconcertante. De hecho, la propia mujer terminó siendo condenada a realizar tareas comunitarias por un Tribunal de Familia.
Como un calco, todas las historias de violencia familiar con final trágico demuestran que la víctima en algún momento pidió auxilio a los organismos pertinentes. Y que, por una u otra razón, ese auxilio no llegó. La historia también se reitera en sus consecuencias posteriores: se escuchan voces de indignación que rápidamente se diluyen sin que se sepa si el sistema falló o no y -eventualmente- qué medidas se tomaron al respecto.
El imprentero Héctor Coria había sido denunciado en setiembre pasado por su esposa Patricia Juil a causa de sus reiterados episodios de violencia familiar, pero fue ella quien terminó sancionada.
La denuncia ingresó en una dependencia policial y, como es de rigor, fue derivada a un Tribunal de Familia. Ese trámite derivó en una restricción de acercamiento, medida que es automática ante este tipo de exposiciones.
Posteriormente -y como también es de rigor- se realizó una audiencia durante la cual la mujer de Coria rectificó su denuncia. Ante ello, el Tribunal la habría apercibido por presentar "denuncias banales" y le impuso una sanción: tareas comunitarias.
1 comentario:
Lara: ¿otra muerte anunciada?
La esposa del imprentero Héctor Coria (46), quien el martes asesinó a puñaladas a su hija Lara (20), había denunciado a su esposo en setiembre pasado por violencia familiar, pero las actuaciones tuvieron un final desconcertante. De hecho, la propia mujer terminó siendo condenada a realizar tareas comunitarias por un Tribunal de Familia.
Como un calco, todas las historias de violencia familiar con final trágico demuestran que la víctima en algún momento pidió auxilio a los organismos pertinentes. Y que, por una u otra razón, ese auxilio no llegó. La historia también se reitera en sus consecuencias posteriores: se escuchan voces de indignación que rápidamente se diluyen sin que se sepa si el sistema falló o no y -eventualmente- qué medidas se tomaron al respecto.
El imprentero Héctor Coria había sido denunciado en setiembre pasado por su esposa Patricia Juil a causa de sus reiterados episodios de violencia familiar, pero fue ella quien terminó sancionada.
La denuncia ingresó en una dependencia policial y, como es de rigor, fue derivada a un Tribunal de Familia. Ese trámite derivó en una restricción de acercamiento, medida que es automática ante este tipo de exposiciones.
Posteriormente -y como también es de rigor- se realizó una audiencia durante la cual la mujer de Coria rectificó su denuncia. Ante ello, el Tribunal la habría apercibido por presentar "denuncias banales" y le impuso una sanción: tareas comunitarias.
http://www.lacapitalmdp.com/noticias/Policiales/2010/10/29/161929.htm
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