sábado, 8 de marzo de 2008

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Cuerpo de Mujeres

Por Diana Maffía *


Cuando pensamos cuáles son las estructuras de subordinación social que más afectan a las mujeres, el núcleo de los mandatos arbitrarios que se pretenden naturales, encontramos los cuerpos como territorio de poder y abuso.
Cuerpos que tienen sexo, es verdad, pero también tienen
color, tienen rasgos étnicos, tienen edad, y todas estas condiciones los hacen superiores o inferiores. Cuerpos que tienen precio, convertidos en objeto y luego en mercancías, apropiados, traficados, enajenados.
La autoridad de las mujeres comienza en los cuerpos, donde nos hermanamos también a otros movimientos emancipatorios. En nuestros rasgos diversos se han naturalizado muchas jerarquías, por eso una revolución anclada en el cuerpo debe ser compleja
desde el comienzo.
No es cierto que primero hay que hacer la revolución
política, luego la económica, luego la social y al final llegará la igualdad para nosotras: ninguna revolución precede a las demás revoluciones.
Una política para las mujeres no pretende que de dominadas pasemos a ser dominadoras, ni quiere salvar a las mujeres en una sociedad donde varones y mujeres somos oprimidos por muchas razones.
Lo que queremos es que las relaciones sociales no sean de opresión para nadie, ni la igualdad política tenga el precio de suprimir las diversidades.
Todos los derechos para todas las mujeres. ¿Es mucho pedir? Es sólo ciudadanía plena.
*Doctora en Filosofía. Diputada de la ciudad de Buenos Aires.

Enlace a Nota Original

Un caso en que se vulneraron todos los derechos
Página/12 da a conocer un caso emblemático: una niña aborigen fue
violada y luego discriminada por el Estado. Los acusados fueron absueltos en un
fallo cargado de prejuicios racistas y sexistas.

Enlace a Nota Original



Por Mabel Bianco *

Lo que falta

Es una oportunidad para hacer balance. Logramos el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos y su atención en todo el país a través del sector público, aunque con diferencias. La principal deuda del gobierno es la falta de educación sexual en las escuelas. Tampoco logramos la atención del aborto no punible en los hospitales públicos. Esto requiere decisión política y capacitación del personal de salud, todo está preparado, ¡sólo falta hacerlo! y evitar la enfermedad y muerte de muchas mujeres. Respecto de la violencia contra la mujer, esperamos respuestas concretas que no llegan, a pesar de las promesas del Consejo Nacional de la Mujer. La paridad entre mujeres y hombres tampoco se ve, ni el gobierno nacional ni el local cubrieron el 50 por ciento de los ministerios con mujeres, ni asumen políticas de discriminación positiva. Necesitamos gobiernos que, más allá de ser conducidos por una mujer, sean ejemplo para la sociedad y adopten políticas paritarias.

* Directora de la Fundación para Estudios e Investigación de la Mujer.


3 comentarios:

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Clarín 8 de marzo 2008
UNA TENDENCIA QUE CRECE Y ALARMA La violencia machista mata en el país a una mujer cada dos días
En lo que va del año fueron cometidos 33 femicidios. Las víctimas son de diferentes edades y niveles sociales. La mayoría fueron asesinadas por su pareja o ex pareja. Numerosas organizaciones piden una política de Estado. Por: Sibila Camps
En la Argentina, el lugar donde las mujeres corren mayor peligro es su propia casa: en los primeros 66 días del año fueron asesinadas al menos 33 mujeres y niñas de distintos sectores sociales debido a la violencia de género, la inmensa mayoría en manos de su pareja o ex pareja. Este alarmante promedio de un femicidio cada dos días llevó a numerosas organizaciones a reclamar una política de Estado para enfrentar un problema creciente: según informó Clarín hace un mes, en enero habían ocurrido nueve muertes.

Diez de las 33 víctimas de este año eran menores de edad. Al menos otras 10 mujeres y niñas fueron hospitalizadas tras sufrir intentos de homicidio en el mismo contexto. Las cifras surgen únicamente de lo publicado en los medios. La trágica cuenta se completa con 8 suicidios de los atacantes, otro muerto por su hijo, y otros dos niños asesinados por un marido golpeador.

"Creemos que la cantidad de femicidios debe de ser mayor aún, pero no hay un registro consolidado de todas las jurisdicciones. Estamos impulsándolo a través de las 15 delegaciones del INADI", anticipa su titular, María José Lubertino.

"Es el momento de llamar a las cosas por su nombre: el machismo también mata -subraya Fabiana Túñez, coordinadora general de la asociación civil La Casa del Encuentro (www.lacasadelencuentro. com.ar)-. Creemos que las campañas desde el ámbito público no alcanzan, si no nos movilizamos como sociedad".

Convocadas por la Fundación Mujeres en Igualdad, un importante número de instituciones y de especialistas en la problemática de la mujer presentó una carta a la Presidenta de la Nación, donde urgen a que los programas contra las violencias de género y de asistencia a sus víctimas "se transformen en política de Estado con alcance nacional". Los firmantes pidieron también "una ley integral" sobre la cuestión, ya que "la actual legislación nacional sobre violencia familiar es insuficiente y carece de perspectiva de género en su formulación".

Ya en enero, Amnistía Internacional (AI) de Argentina había instado al Gobierno "a abordar esta violación recurrente de los derechos humanos de una manera urgente y efectiva, y a dar muestras claras de su compromiso en el combate de la violencia contra las mujeres".

El femicidio -definido por las Naciones Unidas en 2001- golpea en todas las clases sociales y edades, y tiene su base en la discriminación de género. "Causa más desastres que la discriminación racial -estragos a nivel familiar, social, laboral-, y también implica una carga enorme para el hombre", recalca la presidenta de la Asociación de Mujeres Juezas de Argentina, Cristina Camiña.

"Más del 90% de los casos de violencia tienen un sustrato de discriminación", observa Lubertino. Por esa razón pone el acento en la urgencia para implementar la ley de educación sexual, "porque los niños y las niñas se forman en un estereotipo sexista que justifica la jerarquía de los varones sobre las mujeres, y esto condiciona prácticas que pueden devenir en situaciones violentas".

En coincidencia, AI envió una carta al Ministerio de Educación, con recomendaciones que permitan eliminar la violencia de género en las escuelas.

El primer paso, acuerdan los especialistas, es concientizar sobre el problema. Lo hace el INADI, en incontables programas y acciones. Lo hace la Asociación de Mujeres Juezas, que también capacita a todos los operadores del tema, entre otras cosas "para saber ver el fenómeno de la violencia antes de que termine en una muerte", advierte Camiña.

La violencia de género "tiene que ser objeto de una política estructural por parte de los consejos federales de Educación, de Salud y de Seguridad", admite Lubertino, quien agrega la necesidad de "una campaña comunicacional largamente sostenida en el tiempo". "La única forma de revertir esto -concuerda Túñez- es que la sociedad entienda que es un problema político, que se lo juzgue prioritario en la agenda política y de derechos humanos, y que algunos medios dejen de hablar de crímenes pasionales y de revictimizar a la víctima".

http://www.clarin.com/diario/2008/03/08/sociedad/s-05015.htm

Insitucional dijo...

PANORAMA TUCUMANO
El príncipe azul y la espiral de violencia
Este año, la conmemoración del 8 de marzo está teñida de negro, ante la cantidad de mujeres que mueren asesinadas en el mundo, incluido Tucumán. Perder el poder. Por Nora Lía Jabif - Redacción LA GACETA. Ellas saben ejercer un liderazgo más democrático
Premian las luchas femeninas por la vida
En memoria de las obreras neoyorquinas
La celebración es más que una efeméride o un ritual
Ellas trabajan silenciosas detrás del poder
Día de festejos y homenajes para la mujer

El príncipe azul no existe; el macho salvaje, sí. Cuidate”, advertía hasta el miércoles pasado una pintada que alguien estampó en la pared que da a la calle Lavalle de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 1. Si es verdad que los graffitis reflejan el pensamiento del imaginario urbano, se entiende que los numerosos casos de violencia “doméstica” que se han registrado en Tucumán en los últimos meses trascienden con creces el ámbito de la vida privada, y que son un fenómeno de la sociedad.
Con las estadísticas en la mano -las cifras hablan en Tucumán de una mujer muerta por mes por violencia en el último año- distintas organizaciones determinaron que este 8 de marzo debería ser una jornada de luto, a punto tal que ya se ha acuñado en el mundo un nuevo término: “feminicidio”.
En realidad, si se analiza la situación de la mujer en función de la violencia a la que es sometida, hay diversas aristas de lectura: 1) al margen de que la violencia es un dato estadístico irrefutable, en los últimos años han aparecido en la Argentina nuevos resortes institucionales (sociales y jurídicos) que permitieron que ese fenómeno se vaya haciendo más visible. En otras palabras, ahora las mujeres se animan más que antes a denunciar sus padecimientos.
En Tucumán, en el Centro de atención y orientación en violencia familiar se atendieron en 2007 novecientas denuncias por agresiones físicas o verbales. Sin embargo, no basta con permitir la “visibilidad” de la violencia doméstica si luego no hay cómo contener a las víctimas de ese flagelo, una vez que estas se han animado a hacer público su padecer. Sobre ese punto, la Legislatura está en mora con la sociedad tucumana: en diciembre de 2007 venció el plazo para el tratamiento de dos proyectos de ley (de Marta Zurita y de Daniel Heredia) que impulsaban la creación de refugios para víctimas de la violencia “familiar”.
En el “haber” institucional hay que anotar una flamante sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, que el 8 de febrero reconoció como causal de divorcio la violencia doméstica.
En el orden mediático, los medios también están haciendo un acto de contrición, y son cada vez más los que se suman a este “cambio de paradigmas” que significa reemplazar el tradicional concepto de “crimen pasional” por el de homicidio, para evitar así convertir al agresor en una víctima de sus propias pasiones. Ni el lenguaje es inocente. Sin embargo, así como hay avances en los derechos políticos, en el territorio de lo social y de la salud todavía hay mucho por andar. Por ejemplo, es en la población femenina donde más ha aumentado el virus del HIV. Los expertos lo explican así: las mujeres todavía no deciden sobre cómo hacer uso de su sexualidad.
De vuelta al fenómeno de la violencia doméstica, si la mujer es víctima de esta epidemia social, los chicos (los menores de edad) no le van en zaga. El mejor testimonio de esa realidad lo dan los médicos del Hospital del Niño Jesús, que reciben a diario a chicos golpeados. Entre las consultas que procesó en 2007 el Centro de atención y orientación en violencia familiar, los “golpes a los hijos” ocupan el tercer lugar en el ranking. En otras palabras, se trata del ejercicio de violencia contra el más vulnerable, y no sólo una cuestión de género.
La pregunta que se impone es el porqué de esta epidemia de violencia social. Las causas son diversas, pero es innegable que la irrupción de la mujer en el mundo del trabajo la ha vuelto menos frágil, menos dependiente del varón para su sustento diario. Y ese cambio no sólo ha trastocado las reglas del mercado y de la producción (las nuevas tareas ya no exigen fuerza bruta, y las universidades son cada vez más “rosas”), sino que ha modificado las relaciones de poder que rigieron durante veinte siglos en el mundo. Y un golpeador es, precisamente, alguien que se resiste a aceptar esas nuevas reglas del juego.

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OPINIÓN

Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan, (30-03-2008)
Escribe Mágister Sandra Montiel, diputada provincial


Hoy es 31 de Marzo, y termina en nuestra Provincia, el denominado Mes de la Mujer. Es el mes en que se celebran diferentes homenajes a todas las mujeres en el mundo, y se realizan eventos para recordar la fecha del 08 de marzo. Esa fecha que, en principio recordaba al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres asesinadas en 1857 en una huelga en la fabrica textil Cotton de Nueva York.

La discriminación hacia las mujeres es la más antigua de todas las segregaciones, y se inició con la misma historia de la humanidad, a partir de la explicación biológica sobre las diferencias de ambos sexos, ubicando a la mujer en una posición de vulnerabilidad y subordinación en relación a los hombres. Desde este fundamento biológico –no científico por cierto- pero sumamente eficaz, se han legitimado miles de creencias, supuestos y prejuicios acerca del género femenino, que han sido absolutamente funcionales a la dominación masculina en la mayoría de las sociedades.

Durante siglos las mujeres hemos estado sometidas al dominio de los hombres en diferentes espacios sociales. En el ámbito familiar, primero bajo la tutela de los padres y después de los esposos, sin derecho a tomar decisiones acerca de sus destinos, y sin la "visibilidad" del trabajo doméstico. En el ámbito laboral, los trabajos más forzados, y peor remunerados eran asignados a las escasas mujeres que ingresaban a este mercado. En el ámbito político, las mujeres tenían vedada la participación no solo en la toma de decisiones, y en los cargos, sino en la misma posibilidad del sufragio. Y en el ámbito académico, el acceso a la educación fue tardío, y las investigaciones desarrolladas por miles de mujeres fueron anónimas e "invisibilizadas", bajo la tutela de un científico hombre. La historia nos muestra a miles de mujeres de la ciencia, del arte, de la literatura ocultas bajo nombres masculinos, bajo figuras de hombres en el desarrollo de sus talentos prohibidos en sociedades que vedaban la creatividad, el estudio, y sobre todo el acceso a los espacios públicos a nuestras congéneres.

En nuestro país, recién a mediados del siglo pasado se han logrado avances en materia laboral y política sobre los derechos de las mujeres. Se ha avanzado desde entonces en la inclusión de las mujeres al mercado de trabajo, pero no así en la ocupación de cargos jerárquicos y en la equidad remunerativa. En el plano político, además del sufragio, se ha avanzado en la participación en los cargos electivos –a través del principio de discriminación positiva, mediante la ley de cupos – pero sigue siendo desproporcionado en los escanios parlamentarios y en los cargos del ejecutivo.

Los avances son lentos y graduales, porque en el fondo las representaciones en el imaginario colectivo sobre las mujeres siguen apareciendo en los prejuicios, en la segregación velada, y en la subestimación permanente en los espacios donde nos movemos. Y se reproducen en los dichos populares, en los chistes, en las publicidades donde las mujeres oscilamos entre ser objetos sexuales y amas de casa, entre productos sex simbol y detergentes.

Todavía hoy se siguen violando diariamente los derechos humanos de las mujeres en situaciones absolutamente deleznables y aberrantes, situaciones que aún siguen irresueltas y constituyen verdaderos flagelos para el género femenino y para toda la sociedad, como son la trata de personas, la explotación sexual de niñas, los abusos, la violencia familiar, y la no decisión sobre su propio cuerpo.

Falta mucho todavía, y no alcanza solo con cambiar la legislación. Es una lucha cotidiana y desigual, donde se trata de cambios de actitudes, de prácticas, de representaciones. Se trata de un cambio cultural. Se trata de cambios en el imaginario colectivo, donde las mujeres seamos reconocidas "en serio" a la hora de tomar decisiones en la política, a la hora de ocupar cargos jerárquicos, a la hora de discutir economía, y no solo temas de índole social; en definitiva a la hora de reconocer nuestras capacidades.

Mañana entramos al mes de Abril, y ya no es el mes de la Mujer. Ojalá los hombres tengan en claro que todos los meses del año tenemos derecho a la igualdad de oportunidades en todos los espacios de nuestras vidas. Ojalá los hombres finalmente comprendan que además de las flores, los mensajes de texto, y de las celebraciones edulcoradas del día de la Mujer, nosotras no pedimos dádivas ni concesiones, solo exigimos el respeto a nuestros derechos en una sociedad que debe garantizarnos la igualdad de género.