Por Liliana Daunes
Como comunicadora feminista, como militante por los derechos humanos y por los derechos de las mujeres no es la mía una palabra solitaria, sino la multiplicación, como eco, y como diálogo, de muchas voces: las de las compañeras que día a día abren caminos desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, a quienes nombro con el sólo nombre de una, la pionera, Dora Coledesky, las de las compañeras de la Campaña contra las Redes de Prostitución y Trata de Personas, las de las compañeras que luchan contra los femicidios y toda violencia, las de las propias víctimas de diversas formas de violencia contra las mujeres, las de las colectivas feministas que defendemos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas como territorios autónomos y espacios fundamentales para nuestras muchas batallas.
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A Mónica G., de 36 años, le impidieron realizarse un aborto terapéutico en un hospital de la ciudad de Paraná pese a padecer una patología cardíaca congénita. Su vida corre peligro.
Mónica G., la mujer de 36 años a la que le impidieron realizarse un aborto terapéutico en la ciudad entrerriana de Paraná, pese a padecer una patología cardíaca congénita, está internada en terapia intensiva del Hospital Posadas desde el pasado 2 de diciembre, una semana después de su cesárea, tras sufrir un accidente cerebro vascular (ACV).
Según informaron desde el Consorcio Nacional de Derechos Sexuales y Reproductivos (CONDERS), la joven tiene una parálisis en su brazo y su pierna izquierdos, además de una infección respiratoria, y aún no se conoce la extensión del daño. “Este es un caso de violencia obstétrica contemplado por la ley”, subrayó a Tiempo Argentino Mabel Bianco, del comité organizador del CONDERS-
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